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España se enfrenta a una de las sequías más severas de las últimas décadas. Los embalses se encuentran a un 43% de su capacidad, un 20% menos que el año pasado. Algunas cuencas, como la del Guadalquivir, están en situación crítica, con reservas por debajo del 30%.

Las consecuencias son devastadoras. El campo se resiente, con pérdidas millonarias en cosechas y un impacto directo en la ganadería. El agua para consumo humano también se ve amenazada, con restricciones en algunas ciudades.

El 2022 fue el año más seco en España desde 1965.

Las precipitaciones han disminuido un 20% en los últimos 50 años.

Las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas, augmentando un 15% en los últimos 20 años.

El cambio climático es un factor determinante en esta crisis. Las temperaturas más altas y la evaporación intensificada agravan la escasez de agua.

Es necesario tomar medidas urgentes. Se debe apostar por la gestión sostenible del agua, la reutilización y la desalación. También es fundamental concienciar a la población sobre la importancia de un uso responsable del agua.